Pau activó su modo sobresaliente por primera vez en este curso. Anotó 12 de los primeros 17 puntos de su equipo, que esta vez sí insistió en la alimentación de balones al poste. Gasol hizo propaganda de sí mismo y se mostraba muy resolutivo, no como en Milwaukee. Los Lakers funcionaron mejor que otros días y los Wolves no daban con la tecla. Ricky, crucial para entender a este equipo, se olvidó la partitura esta vez y sólo Love acertaba a responder al empuje visitante. Le ayudó un poco Pekovic, otra vez titular. Los Lakers llegaron a tener 13 puntos de ventaja (36-49) y dominaban al descanso por ocho tantos con un 53,7% de acierto en el tiro. Pau aportaba 16 tantos y Kobe 13.
Bryant cogió su fusil en la reanudación. Anotó 13 puntos y disparó a los Lakers. Minnesota se desdibujaba a consecuencia del mal partido de Ricky. En la salud y en la enfermedad, el base del Masnou condiciona a este equipo, inferior en la pintura y sin acierto exterior. De pronto, tras el 60-77 después del cuarto triple de Kobe, Minnesota, perdón Ricky, despertó. El base empezó a correr y los Wolves, ayudados de una zona, volvieron al partido con un parcial de 14-2 (74-79). En tres minutos cambió todo.
Los Lakers se habían olvidado de Pau y confirmaron sus lagunas tácticas con una impotencia creciente a la hora de atacar la zona de los Wolves. Ricky, crecido hasta dar seis asistencias en un pis pas, se hizo con el mando del partido. Le cambió la cara al encuentro antes de escuchar como coreaban su nombre otra vez. A falta de cinco minutos todo estaba por decidir (89-89), pero tenía color Rubio. De pronto los Lakers recordaron cómo habían dominado sus pívots. Ocho puntos consecutivos entre Bynum y Gasol resolvieron el encuentro antes de que Kobe pusiera la puntilla a los Wolves como viene siendo habitual. Fue la decimosexta victoria consecutiva de los Lakers ante Minnesota y el partido de los últimos 14 que llegan a 100 puntos, su peor racha desde 1954.
No hay comentarios:
Publicar un comentario