jueves, 26 de enero de 2012

El Liverpool se mete en la final.


Wembley ya espera con los brazos abiertos al Liverpool. Dos elementos fundamentales en la historia del fútbol inglés vuelven a verse las caras. Había ganas. Los 'reds' tiraron de corazón, pero con argumentos, para responder hasta en dos ocasiones a los goles del City. Bellamy, el mejor ejemplo de la fe y la entrega de los de Dalglish, fue el héroe del partido al marcar el definitivo empata a dos. Anfield enteró golpeó ese balón. El Liverpool vuelve a una final. Y lo hace con los valores que una vez le hicieron grande, muy grande.

Sin reservas, asumiendo riesgos defensivos y con la dosis de testosterona que siempre requiere Anfield en este tipo de citas. El Liverpool fue mejor que el City y sólo cuando las piernas flaquearon los de Mancini se sintieron cómodos. No lo suficiente para remover la sólida creencia 'red' en el triunfo.

Victoria que se edificó sobre la menuda figura de un delantero galés que contagió al equipo con su entrega y su derroche físico. Craig Bellamy, trotamundos de la Premier, volvió a vestir su abanico de recursos técnicos con kilómetros y kilómetros de sudor. El gol fue el premio justo a un jugador al que su actitud le lleva a levantar miles de culos de sus asientos, ya sea en el Etihad Stadium, Anfield o cualquier otro escenario que se precie.

Bellamy rompe el sostén de Hart
Lo cierto es que la eliminatoria estuvo viva en todo momento porque Joe Hart lo quiso. El meta del City salvó en infinidad de ocasiones a los 'citizens'. Por las intervenciones del meta inglés, sin duda, y por la enorme pegada del City. Primero golpeó con un delicioso disparo lejano de Nigel De Jong. Más tarde, con una oportuna internada de Kolarov que finalizó el oportunista Dzeko.

En medio de esos dos latigazos llegó el gol de Gerrard de penalti. Una mano de Richards a disparo de Agger permitió al Liverpool irse al descanso con un más que merecido empate. La defensa de cinco, la suplencia de Agüero y la buena presión de los 'reds' convirtieron las posesiones del City en transiciones sin sustancia ni mordiente.

Rectificó Mancini y a punto estuvo de enmendar su error. Lo habría hecho de no ser por Bellamy, ese pasional correcaminos que sacó petróleo de una pared con Glen Johnson. Su disparo recibió el empuje de miles de gargantas. La trayectoria fue dirigida el latir de muchos corazones. El espíritu 'red' resurgió y Wembley espera. Un momento que, por historia, tenía que llegar.

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